DE INTERÉS...

jueves, 24 de junio de 2010

EL NATIVISMO POÉTICO DE FRANCISCO LAZO MARTÍ: “LA SILVA CRIOLLA”






Calabozo (Edo. Guárico, 1869) - Maiquetía (Distrito Federal, 1909)
NATIVISMO POETICO

Como se ha observado en la página; Narrativa criollista, el criollismo o regionalismo también se conoce como "nativismo" cuando se aplica a la poesía. Los escritores nativistas muestran una definida posición nacionalista en el arte y una conciencia literaria madura; son americanistas también, en cuanto se desentienden del peso de las tradiciones europeas y centran su interés en el continente americano. Su objetivo está puesto en el paisaje antes que en los individuos y, por esa razón, suelen ser muy descriptivos; en definitiva, el escritor se presenta plenamente integrado con su tierra e incorpora lo regional.

FRANCISCO LAZO MARTÍ

Médico y poeta, Lazo Martí nació y se educó en el llano, centro de su actividad profesional; por tal motivo, no resulta sorprendente que este poeta, culminante del nativismo criollo, haya conseguido una plena identidad con ese paisaje, convertido gracias a su obra, en el espacio simbólico de Venezuela. La importancia histórica y económica que para entonces tenía la ciudad de Calabozo explica también que Lazo Martí haya realizado en ella sus estudios, se haya despertado como poeta en la adolescencia y que su formación estuviera cimentada sobre el conocimiento de los clásicos españoles y de los idiomas. Al concluir el bachillerato, permaneció en Calabozo, donde inició sus estudios de medicina, es decir, preparó las materias para luego rendir exámenes en Caracas. Su arribo a la capital coincide con los últimos años del guzmancismo y con las prédicas positivistas que propagaban desde la universidad los maestros Adolfo Ernst y Rafael Villavicencio. Para el poeta, supuso particularmente un choque doctrinal entre el catolicismo hogareño y las enseñanzas contenidas en libros y aulas.
Sus biógrafos argumentan además que la ciudad no le resultaba agradable y, en 1890, una vez graduado, regresa a la provincia y recorre los llanos centrales: San Fernando de Apure, Puerto Nutrias, Zaraza, El Sombrero, Valle de la Pascua, para quedarse en Calabozo otra vez. Lógicamente, en sus andanzas traba amistad con el también itinerante Lisandro Alvarado. En el periplo ejerce la medicina como apostolado mientras da forma a sus poemas mayores. Apoya la Revolución Legalista de Joaquín Crespo y redacta, en San Fernando de Apure, un periódico llamado El Legalista (1892). Hacia 1897, inicia la redacción de “La Silva criolla”; también en esa misma fecha, comienza a colaborar con la revista El Cojo Ilustrado. El fin del siglo XIX coincide con la crisis definitiva del romanticismo poético y surgen con impacto la novedosa estética modernista, las evasiones parnasianas y las tendencias que buscan una salida «autóctona» para el incipiente género novelístico. Todas ellas se cruzan en Lazo Martí y se complican a causa del predominio, en su lírica, de las formas neoclásicas.
Lazo Martí se incorporó además a las luchas políticas y a las guerreras del tránsito venezolano entre los dos siglos. En 1897 participa en el periódico El Voto Directo, que apoya la candidatura del general Ignacio Andrade y en 1901, se enrola en las fuerzas de la Revolución Libertadora contra Cipriano Castro; ese mismo año aparece su obra más famosa “La Silva criolla” que lo consagra como poeta. Su poesía es nativista y no regionalista o localista; en este sentido, a la crítica literaria le tomó varios años aclarar el problema, ya que no se trata de una poesía descriptiva, sino que convierte lo local en un valor simbólico y universal. Sus restos reposan en el Panteón Nacional desde el 27 de octubre de 1983.

SILVA CRIOLLA

La primera publicación de la Silva Criolla fue en el año 1.901 en la célebre revista El Cojo Ilustrado y estaba integrado por 290 versos. Posteriormente, en las nuevas versiones impresas, el número de versos alcanza a 368. El poema constituye la obra que representa al nativismo o criollismo en poesía. La obra está dedicada a un “bardo amigo”, personaje simbólico representante de los intelectuales de su tiempo quienes, según Lazo Martí, no transitaban el verdadero camino en el plano artístico ni en lo moral. El poema es un amplio paseo lírico por la ancha geografía de nuestros llanos en donde el poeta mezcla lo objetivo con lo simbólico y nos expresa además de sus preocupaciones políticas y sociales, sus inquietudes filosóficas en torno a la vida, la muerte y el destino humano.

La Silva Criolla está estructurada en once Estancias o Cantos; cada uno de ellos tiene una estructura poética independiente, es decir que tiene su propio contenido y unidad temática. Está escrita en versos heptasílabos y endecasílabos; por sus líneas, el poeta pide el retorno al hogar nativo y lo hace con hondo sentimiento por la tierra. Entre líneas, pide volver al terruño y dedicarse al trabajo, retornar: “ven de nuevos a tus pampas”, es decir al llano, porque para él es necesario huir del mal que habita en la ciudad y retornar al bien que está en el campo, en la sabana. Pero ese venir, ese volver, ese retornar tiene diversas escalas espirituales; aparecen estados de ánimo que varían con las estaciones del año y con los climas llaneros. Para el autor, la Primavera es la alegría; el Verano, sobre todo de tarde, cuando el día cae, es el momento propicio para la melancolía; el Invierno por su parte es tiempo triste, momento nocturno, durante el cual aparecen las “sombras espectrales”. Es así como Lazo, basándose en una insinuación de Bello, retorna en su composición a la tierra, con hondo vuelo poético, con suave belleza al escribir; se aleja de la ciudad y de sus vicios para internarse en la llanura. De esta forma, Lazo Martí busca el amor de la mujer y trata de establecer un mundo en el cual reine la paz.

Cuando el poeta usa los elementos de la naturaleza llanera, simboliza su atormentada crisis interior y lo plasma en pasajes fundamentales de la Silva Criolla. Por tal motivo, este poema expresa inquietudes universales y eternas que van más allá del simple registro objetivo del paisaje. En esta silva, Lazo conjuga algunos rasgos de su vida sentimental y del mundo interior de sus dudas y valores ético-políticos. Están, así mismo, los testimonios de su conocimiento del paisaje, las costumbres llaneras y la evocación de la primera esposa, fallecida prematuramente. Sirviéndose de imágenes de la tierra, aparecen algunas de sus inquietudes espirituales relacionadas con el misterio de la vida y de la muerte. Cada uno de los once cantos que forman la silva es autónomo, puede leerse con independencia de los restantes; sin embargo, se trata de un poema único, de armoniosa y unificada estructura formal y temática.

En este poema, existe una profunda oposición entre la vida de campo y de ciudad. De esta forma, continúa con las ideas de Don Andrés Bello: "Tiempo es que dejes ya la culta Europa / que tu nativa rustiquez desama”. La obra de Martí es una invitación a regresar a los orígenes agrestes de la vida campestre, señalando las motivaciones que lo atraen a él, no sólo a volver, sino a llevar a cabo actividades sociales que tengan que ver con ayuda a los humildes, los enfermos, arruinados y asesinados por la guerra, los caudillos políticos y las enfermedades. Para Lazo, en el corazón del paraje llanero se encuentra la paz infinita, la conexión con lo divino, el amor y la verdad del ser humano. Sin duda, la Silva Criolla es como una síntesis de la vida del poeta, en medio de un mundo lleno de belleza, de secretos, de sugerencias íntimas. El llano se vuelve sonoro, lleno de armonías para el artista; de aquí, que en el poema predomine lo objetivo; pero, sin querer afirmar que el poema sea puramente descriptivo, es preciso reconocer que la mayoría de las estancias de la Silva Criolla encierran la más auténtica visión del paisaje llanero y convierten lo local en un valor simbólico y universal.

Estructura temática del poema

En la Silva Criolla, existe una variedad de temas; algunos autores encuentran los siguientes conjuntos temáticos:

1. Ideario social, ético y político.
2. El paisaje llanero.
3. El hombre del llano y sus faenas.
4. La melancolía y la duda metafísica.

1. Ideario social, ético y político. La Silva criolla fue dedicada por Lazo Martí A un bardo amigo. A este poeta que vive en la ciudad, Lazo lo insta para que regrese a los llanos, esgrimiendo varios argumentos a favor de su petición: la nostalgia sufrida por los que se ausentan de su tierra natal, el peligro de verse humillado ante los poderosos, la ciudad corruptora, el decoro personal vendido al mejor postor; es decir, una concepción ética de la vida. En la "Invitación" salta a la vista la paráfrasis de un tema clásico, como es el contraste entre la ciudad corruptora y el campo bienhechor, elaborado ya por Bello en “La agricultura de la zona tórrida”. A semejanza de Bello, Lazo Martí no predica el regreso al campo para que su amigo venga a solazarse en la paz y en la belleza del paisaje. Antes, por el contrario, le señala aquellas motivaciones que lo obligan no sólo a volver, sino a desempeñar tareas sociales encaminadas a redimir a los humildes, arruinados y aun asesinados por la guerra, los caudillos políticos y las enfermedades.
2. El paisaje llanero. Pocos poetas venezolanos han captado y expresado el paisaje con la hondura y complejidad de Lazo Martí; su vida en las llanuras venezolanas enriqueció su inspiración y, por eso, conoció las estaciones del año, los meses de plena floración, los soles del verano y la tragedia de los incendios, tiempos lluviosos, cuando los ríos se desbordan y la muerte que emana del agua, los matorrales, los arbustos, los árboles. El poeta miró las garzas, los gavilanes, las mariposas y los venados; escuchó el canto veraniego de las chicharras, el oscuro rumor de las colmenas, el bramido del padrote y el mugir de las vacadas.
3. El llanero y sus faenas. La Silva Criolla es un canto simbólico a la Naturaleza, vista en sus fases extremas de vida y muerte; el hombre no juega ningún papel en la modificación de las leyes inexorables que rigen los ciclos de lo que nace y muere, eternamente. No sólo no influye, sino que él mismo es parte de esos ciclos. Cuando las faenas del campesino están relacionadas con la siembra o con el pastoreo, sus formas de trabajo dependen en gran medida de los cambios estacionales. Lazo Martí selecciona múltiples imágenes relativas a la vida, alimentación, vestidos, costumbres, folklore, creencias, ceremonias, y faenas de los llaneros. El autor toma en cuenta las actividades para alejar los rebaños de los hatos, y para regresar más tarde con ellos, porque son faenas que se armonizan perfectamente con el tema dominante en la silva: los ciclos de vida y muerte de la Naturaleza. Así, cuando hay sequía, los pastores y sus ganados emigran de la misma forma, la soledad y el silencio señorean en potreros y lugares de ordeño. Cuando renace la vida vegetal, y hay alimento y agua, pastores y ganados regresan; en este caso, el aire se llena de cantos y la noche ampara las romerías amorosas de quienes en la ausencia, añoraron a sus compañeras.
4. La melancolía. Los tres últimos cantos de la silva, tienen un tono elegíaco, profundamente melancólico; la expresión simbólica de la angustia metafísica del poeta; sus crisis sentimentales y religiosas. Por su complejidad temática, elaboración metafórica y sus símbolos, el canto VIII está considerado unánimemente como el mejor de la Silva criolla. En el poema, el día es para la lucha por la existencia, y el crepúsculo está consagrado en este poema a la melancolía. El atardecer es una hora romántica y, a medida que la luz solar va haciéndose más tenue, el paisaje exterior se desdibuja hasta esfumarse en un ámbito de claro-oscuros; pareciera entonces como si la pupila que ha mirado hacia afuera durante el día, escudriñara hacia adentro, donde está el mundo de los recuerdos. El auto recuerda a su esposa y los paseos vespertinos que ambos emprendían por los alrededores campestres del hato donde ella temperaba. Después que ella muere, el poeta regresa a los mismos lugares que frecuentaron juntos; pero, esta vez, camina en soledad y su congoja se proyecta en el crepúsculo; por eso, el paisaje llanero se le aparece cargado de imágenes funerales.
Los planos estéticos de la Silva Criolla

De la misma forma, se puede decir que el autor utilizó tan rico y variado material en tres planos estéticos: el nivel de las imágenes, el nivel de las metáforas y el nivel de los símbolos.


a. El nivel de las Imágenes.. Es el más sencillo y elemental, ya que se limita a una descripción objetiva del paisaje, circunscrita a reproducir del modo más fiel la realidad que el poeta ha captado a través de sus sentidos; como pinta fidedignamente con palabras, enumera y describe algunas de las flores y frutos del llano.
b. El plano metafórico. Se trata de un procedimiento estético en el que las imágenes dejan de ser representaciones del mundo objetivo, para connotar la visión que el poeta tiene de ese mundo. Cuando la descripción no es puramente objetiva, debemos aceptar que se ha iniciado un proceso de interiorización del paisaje, puesto que el poeta ya no intenta expresarle tal como es, sino tal como lo ve y lo siente. El autor brinda una descripción interiorizada donde las imágenes, siguiendo las técnicas del símil y la metáfora, producen la doble visión del llano crepuscular (imágenes sugerentes) y de una inmensa cámara mortuoria y un cementerio (imágenes sugeridas).
c. El plano de los símbolos. Es el más profundo de los tres niveles; se produce cuando Lazo Martí emplea imágenes de la naturaleza llanera para simbolizar inquietudes metafísicas que en modo alguno le pertenecen exclusivamente. Se trata de sus preocupaciones en torno a problemas que han llamado la atención del hombre de todos los tiempos y lugares, como es la incógnita de la vida y de la muerte.
En definitiva, es evidente la presencia de tres planos en la Silva criolla: el nivel objetivo de las imágenes llaneras, el nivel de las metáforas y el plano de los símbolos. El primero revela la presencia de un conocedor a fondo de la Naturaleza llanera; el segundo permite analizar valores estilísticos, en cuanto a la elaboración de las metáforas y el tercero, y más profundo, sitúa al lector ante un creador que proyecta en la Naturaleza de su tierra algunas de sus inquietudes de orden político, ético, sentimental y religioso, y que, más universalmente, da en un gran poema naturalista, la visión y el sentimiento de lo que eternamente nace, lucha por subsistir, y muere para renacer.


LA SILVA CRIOLLA  
 Invitación a un bardo amigo

Es tiempo de que vuelvas;
es tiempo de que tornes…
No más de insano amor en los festines
con mirto y rosas y pálidos jazmines
tu pecho varonil, tu pecho exornes.
Es tiempo de que vuelvas…
Tu alma –pobre alondra—se desvive
por el beso de amor de aquella lumbre
deleite de sus alas. Desde lejos
la nostalgia te acecha. Tu camino
se borrará de súbito en su sombra…
Y voz doliente de las horas tristes,
y del mal de vivir oculto dardo,
el recuerdo que arraiga y nunca muere,
el recuerdo que hiere,
hará sangrar tu corazón, ¡oh Bardo!
(…)

Ven de nuevo a tus pampas. Abandonada
el brumoso horizonte
que de apiñadas cumbres se corona.
Lejos del ígneo monte
ven a colgar tu tienda. Ven felice,
ven a dormir en calma tus quebrantos,
y como el sol de la desierta zona
en viva inspiración ardan tus cantos.
Guárdate de las cumbres…
Colosales, enhiestas y sombrías
las montañas serán eternamente
la hermosa pantalla de tus días.
Deja para otra gente
el gozo de mirar picos abruptos,
y queden para ti las alegrías
de ver, al despertar, alba naciente,
y de abrazar con sólo una mirada,
de Sur al Septentrión. Y del Ocaso
hasta el fúlgido Oriente
la línea, el ancho lote, siempre al raso
de la tierra natal.
(…)

¡Libra tu juventud! El rumbo tuerce
de la fastuosa vía
en la que el vicio su atracción ejerce
y se tiñe de rosa la falsía
donde el amor procaz vive a su antojo
y cubierta de pámpanos la frente
celebra en la locura del despojo
parda penumbra y carnación turgente.
Si es oro la lisonja al bravo y fiero
Señor –de cuantos míseros se humillan—
desprecia el arte vil, por lisonjero,
en que nombres y almas se mancillan;
y si quieres al fin que no te alcance
de la vergüenza el dardo,
de igual manera que al hirviente cardo,
a la pasión venal esquiva el lance.
Es tiempo de que vuelvas,
es tiempo de que tornes.
No más de insano amor en los festines
con mirto y rosa y pálidos jazmines
tu pecho varonil, tu pecho exornes.

I
Torna a soplar del Este
el viento alegre y zumbador. Ondea
cual agitada veste
el sedoso follaje. El sol orea
la charca pantanosa,
y por el reino de la luz pasea
legión de garzas de plumaje rosa.
Florecer es amar… Sobre la falda
de las toscas malezas entreteje
la parásita en flor, áurea guirnalda;
cuelga blanco vellón, de su costado
el nido comenzado;
regio collar de abiertas campanillas
la trepadora mazadaza enreda,
y en dos porciones de oraza rota,
despide al aura leda,
del nevado cairel de su bellota
trenza brillante el orozul de seda.
Tras la menuda flor cuaja el uvero
su gajo tempranero;
sus nacarados frutos en el limo
el punzador curujujul engendra;
la maya erige colosal racimo
y desprende el merey sabrosa almendra;
señuelo de su copa en lozanía,
escondidos granates el orore
en mil estuches cría;
emulando la escarcha
el espinito su jazmín estera,
y del verde mogote en la cimera
abre su flor simbólica la parcha.
En el aire, en la luz, en cuanto vive,
amor su aliento exhala;
y su aliento febril –tras el espeso
ramaje que es baluarte y es escala—
estremece del pájaro travieso
el mullido pulmón bajo del ala.
Torrente luminoso
de cumbre cenital se precipita;
del árbol generoso
la regalada sombra al sueño invita;
por el margen del caño
espárcese el rebaño;
tiemblan reverberando los confines,
y borracha de sol y miel llanera,
celeste mariposa mensajera
batiendo va sus cuatro banderines.

II
Ya no viene bramando cual solía
al declinar el día,
por uno y otro rumbo la vacada;
ni plantado en mitad del paradero
escarba y muge fiero
el toro padre de cerviz cuajada.
Ya no turba el reposo de los hatos
madrugador lucero;
ni despiertan el eco adormecido
el amante reclamo del bramido
a la par de la copla del vaquero.
A más benigno suelo,
a más fértil región de aguas profundas
y de lucientes pastos regalados,
a las islas distantes y fecundas,
fuéronse al fin pastores y ganados.
¡Cantando una tonada clamorosa
y bajo el fiero sol de la sabana,
al paso lento de la res morosa
con rumbo al Sur cruzó la caravana!

III
Ya dos veces, monstruoso y despiadado
sobre la tierra pródiga, el incendio
su abanico flamante ha desplegado;
ya dos veces, por furias impelido,
las yerbas infecundas
su aliento abrasador ha consumido;
y de pie sin cejar, y frente a frente
con el río que impasible está delante,
humo y llamas lanzando su turbante
ha brillado en las noches del desierto
como si fuera un faro ignipotente
clavado en la ribera de un mar muerto.
En línea de combate, a campo raso,
pronta la garra, la mirada alerta,
hambrientos gavilanes, paso a paso,
asediaron del fuego la reyerta.
Consume aún su aliento las entrañas
de los troncos vetustos;
fluye sutil fermento de las cañas
y blanda mirra lloran los arbustos.
Coronando el pavés de la macolla
sangriento cardenal bate sus alas;
las consumidas galas
vertiginoso remolino arrolla;
y sobre el lienzo oscuro del quemado,
de perfiles grotescos,
la ceniza y el aura han dibujado
flores grises y rotos arabescos.
Cuando mengüe la Luna habrá verdores
en el fresco bajío;
y cerriles hatajos corredores
y venado bisoño,
en las tempranas horas del rocío
alegres pacerán tiernos retoños.

IV
La riente primavera,
Primavera fugaz, del sol amiga;
La que lluvia de flores le prodiga
Al monte y la pradera,
También como la hierba al pobre arbusto
la primorosa dádiva recibe,
y de su escasa floración primera
el botón más hermoso
prende sobre el cabello revoltoso
la inocente muchacha sabanera.
(…)

¡Oh florida estación! Haced que nunca
turbe dolor violento
la paz de mis nacientes alegrías…
Y cuando vuele al fin mi pensamiento,
cuando vuele hacia allá, cuando yo muera,
que sea su compañera
la más brillante aurora de tus días!.

V
En estas dulces tardes veraniegas,
cuando el sol, que se va, desde lejano
purpurino confín, luz moribunda
esparce por el llano,
y del boscaje todo rumoroso,
y de un amor desconocido en alas,
por el aire sutil suben serenas
la canción funeral de las chicharras
y la ronca canción de las colmenas;
cuando apaga el purpúreo sangriento
y brota el color gris al horizonte
baña de nuevo en rojo
la columna de fuego que calcina
la tostada maleza del rastrojo.
(…)

VI
Al tornar frescos hálitos del Norte,
del país de la nieve,
en junco silbador y hora leve
tendrá el estero florida corte.
Al pie de sus ganados,
y cuando caiga la primera bruma,
volverán los pastores emigrados;
volverán las vacadas
a repletar las cercas, y de espuma
a coronar los botes,
la linfa de las ubres ordeñadas.
Concertará de nuevo la alegría
el coro de las voces;
tras la recia labor –ya muerto el día—
caballeros veloces
partirán la amorosa romería;
y al calor del brasero,
cuando la noche pavorosa avance,
cantando irán de trovador llanero
la copla, el tono triste y el romance.

VII
Sin amor, sin deber ¿qué existencia?
¡Es tiempo aún de combatir! Procra,
Oh Bardo sin ventura,
Que cese al fin tu dilatada ausencia!
¡Es tiempo aún de combatir! Acude,
ven a luchar con juveniles bríos
por el bien de la raza cuyos lares
consagra el almo sol junto a los ríos
y cerca de los próvidos palmares.
Por el bien de la raza que abandona
El rincón sin azares…
(…)

Por amor a tu raza en desventura;
por esta pobre tierra,
que el maléfico genio de la guerra
convierte ya en enorme sepultura;
por estos seres buenos y sencillos;
por este pueblo amado,
que vive –noble víctima—entregado
a la ciega ambición de los caudillos.

VIII
Tus pasos vuelve hacia el hogar, ¡oh Bardo!
Yace por tierra el matizado velo
con el cual primavera engalanaba
los montes de tu suelo.
Cantando sin reposo la guacaba
pide lluvias al cielo,
conquistan con la fuerza y la osadía
nidos para el invierno los turpiales;
en los ralos matales
mueve el amor trinada algarabía;
y con tesón rayano en el enojo,
en la verde oquedad de la montaña
el carpintero de bonete rojo
cincela el tronco hasta la dura entraña.
Nueva decoración y nuevo encanto
lucen las atrayentes lejanías
que tu espíritu amó con amor santo.
Grises tapicerías
cubren el horizonte. La llanura
tiene otra vez reverdecido manto.
Como en aquellos días
del venturoso tiempo ya lejano,
en pos de mis pasadas alegrías,
vuelvo a tender la vista sobre el llano.
Caído en la remota lontananza
sin su manto de gloria,
el moribundo sol parece un cirio
que alumbrase honda cámara mortuoria.
El viento, sin rumor, apenas risa
la silente laguna en cuyo espejo
invisible dolor vertió ceniza;
y con vuelo despacio,
de la tarde a los pálidos reflejos,
las garzas que se irán, que se irán lejos,
pueblan de cruces blancas el espacio.
Hoy como ayer, andando a la ventura,
absorta la mirada, lento el paso,
trayendo margaritas del Ocaso,
miro bajar la noche a la llanura.
Mas de pronto pensando que fue triste,
pensando con dolor, pensando en ella,
me arrodillo en el polvo del camino
que en hora igual de gozo vespertino
recibió las caricias de su huella.
¡Oh destino de todos los que amaron!
¡Oh destino cruel! ¡Tú me condenas
a buscar en las móviles arenas
unas huellas que ha tiempo se borraron!
Llanura o cielo, cúspide o abismo;
¡santa Naturaleza!
para el dolor que vivo en tu grandeza
¿cuál palabra mejor que tu mutismo?
¡Oh Madre! El áureo broche de tus días,
y tus campos que amó la primavera,
retienen prisionera
el alma de mis muertas alegrías!
Hoy como ayer, y de la noche oscura
bajo la inmensa nave,
en tono triste, quejumbroso y grave
brota doliente canto en la llanura;
y trae breve silencio, cual sonoro
trueno de burlas el cantar vecino,
en son de fiesta, alcaravanes pardos,
abierta el ala de purpúreos dardos,
rompen a carcajadas en su trino.
De pavura o dolor, el grave canto
y la seguida estrepitosa burla,
de crueldad casi humana,
hieren mi corazón, lo hieren tanto
que anheloso y de prisa me levando
a mirar si está sola la sabana.
(…)

IX
¡A meditar no acude cual solía
dulce melancolía
en la tumba del sol! Es la tristeza
la que doliente se arrodilla y reza
cuando, para dormir, desmaya el día.
Ya las noches no son como eran ellas
propicias al amor. El cielo oscuro
a las almas no atrae. ¡Grietado muro,
por él se asoman pávidas estrellas!
Ya no brilla inclinada hacia el Oriente
la hermosa Cruz del Sur. Barre las hojas
la ráfaga bravía,
y siguiendo la negra lejanía,
serpean ligeras llamaradas rojas.

X
¡Es tiempo de que vuelvas!... ¡Sin mancilla
te aguarda el viejo amor! Viva te espera
del culto del hogar la fe sencilla.
¡Se fue la primavera!
Ruge amenazador trueno lejano
y de soles nublados, agorero,
la cenicienta garza del verano
tañe, al pasar su canto plañidero.


FUENTESVásquez, M. Las letras que queremos. Disponiblehttp://mireyavasquez.blogspot.com/2010/05/la-silva-criolla-de-francisco-lazo.html

Francisco Lazo Martí (s.f.). Efemérides venezolanas. Disponible: http://www.efemeridesvenezolanas.com/html/lazo.htm (Consulta: 12/02/12).
Lovera De-Sola, R. (2009. Septiembre, 26). A 100 Años del Poeta del Llano.Lazo Martí en la Silva criolla. (Documento en línea). Arteenlared.com. Disponible: http://arteenlared.com/lecturas/articulos/a-100-anos-del-poeta-del-llano.-lazo-marti-en-la-silva-cr-2.html (Consulta: 12/02/12).
Silva, O. (2008. Marzo, 10). Regionalismo. Oda a la Literatura Venezolana. (Blog en línea). Disponible: http://literaturavenezolanaupelipb.blogspot.com/ (Consulta: 12/02/12).
Portal Oficial del Estado Guárico: http://guarico.com.ve/?p=26