Los siguientes consejos son de gran ayuda para que el orador tenga un desempeño exitoso delante de un auditorio:
FUENTE• Apariencia física. No se debe distraer al auditorio con vestimentas exageradas, ni se debe jugar con algún objeto. Si bien todo el que habla en público no puede ser de bello rostro y gallarda figura, es indudable que una presencia agradable favorece mucho al orador, cuya vestimenta debe estar en consonancia con la audiencia, no solo en cuanto a pulcritud, sino en adecuación (se impone evitar las ropas muy ceñidas o apropiadas para actividades festivas en el caso de las mujeres, así como indumentarias poco formales en los hombres). Por numerosas razones, la presentación verbal de un trabajo constituye un acto muy especial, donde también las primeras impresiones son importantes.• No es conveniente decir absolutamente todo lo que se sabe, por el contrario, se permitirá al público hacer preguntas y participar. Por eso, se sugiere el uso de un estilo inclusivo, con la participación de los interlocutores• La articulación o pronunciación es de capital importancia; cuando se adviertan dificultades al respecto, se pueden precisar los defectos si se escucha en una grabación parte del texto oral; de manera que se puedan corregir.• Además de las muletillas o sonidos desagradables, ya mencionados, se deben evitar los trillados términos de relleno y las expresiones restrictivas o negativas, como las siguientes: "puede que no esté de acuerdo conmigo", "puede que no sea lo que usted esperaba", etc.• Si se tiene conocimiento, es recomendable vincular el tema del discurso con otros, de interés para el auditorio.• Expresión vocal y facial. Hay que hablar en forma clara, alta, despacio y en primera persona del singular, si sólo hay un autor en el trabajo que se está exponiendo; si se pluraliza con un nosotros, resulta pedante y de mal gusto. La voz es un factor esencial, pues si resulta rica en tonalidades que aumenten las posibilidades expresivas, el éxito estará garantizado; sin embargo, no debe ser alzada exageradamente cuando se desea acentuar una idea; por el contrario, se debe unificar el cambio de tono con el ritmo. La voz no se puede cambiar, pero sí educar. Es recomendable convertir la exposición en un encuentro coloquial, modular los sonidos sin afectación. Por otra parte, las muecas faciales tienden a ser ridículas y causan hilaridad, asociada generalmente a la burla. Las muestras de asombro, interrogación u otras manifestaciones anímicas que suelen matizar el mensaje, no deben demostrarse públicamente con tanta intensidad, excepto en las obras teatrales.• Distancia espacial. Siempre que la exposición lo permita, no se debe permanecer estático frente a los oyentes; es conveniente desplazarse de un lado a otro o acercarse al auditorio; cuando se moviliza la energía corporal, surge la ayuda para asumir la serenidad requerida en los momentos de experimentar nerviosismo o intranquilidad. Moverse por el escenario adiciona un elemento de convicción a las palabras.• Conducta visual. El contacto visual debe ser franco y dirigido hacia toda la audiencia. La conferencia unipersonal origina una situación incómoda y embarazosa para el miembro "elegido" del auditorio, que se ve obligado a sostener la mirada para no resultar descortés. Algunos expositores hablan al techo, la ventana o el piso. Cuando se mira a los oyentes en forma de abanico o media luna, todos se sienten comprometidos con el orador y disminuyen las oportunidades de desviar la atención o perder el interés.• Movimientos corporales. El abuso de ademanes, sobre todo si son muy aparatosos, resta elegancia y formalidad a la presentación. El "lenguaje" moderado del cuerpo, propio para poner de relieve el estado espiritual del que habla, repercute decisivamente sobre el auditorio. El público recibe más información por lo que observa en el rostro, manos y gestos del orador, que mediante las mismas palabras, pues los conocimientos se adquieren fundamentalmente con la ayuda de la visión, antes que la audición
Carrera, L. (2007). Presentaciones, Defensas y Discurso Oral. Caracas: Panapo.
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