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jueves, 20 de mayo de 2010

EL ENSAYO Y SU ORGANIZACIÓN

LA TÉCNICA DEL ENSAYO: UN INSTRUMENTO PARA LA ENSEÑANZA DE LA REDACCIÓN
Rosario Russotto

El Diccionario Salvat define acertadamente el ensayo como un “Escrito que sin llegar a tener la extensión de un tratado o monografía, aborda una materia indistinta en forma sugestiva y de tanteo. El ensayo es diferente del tratado por su carácter informal o incompleto. El género ensayístico está relacionado con el artículo periodístico”… Decimos acertadamente porque para nosotros, siguiendo opiniones interesantes como las de Montaigne, creador del género y, posteriormente, las de destacados estudiosos del ramo como Medardo Vitier y Oscar Sambrano Urdaneta, el ensayo consiste en tratar un tema cualquiera desde una óptica personal. Sin embargo, desde un punto de vista didáctico, puede extenderse su utilización a la redacción de cualquier planteamiento teórico: una pregunta de desarrollo, un tema de composición libre o seguido, una ponencia, una carta formal, un artículo periodístico. Y son estos últimos, precisamente, los que hemos empleado como paradigma dentro de nuestra praxis profesional.

Para el participante, como para la ulterior aplicación que hiciere de esta técnica, la utilidad más importante que posee el ensayo, radica en la organización de las ideas. En primer lugar, mentalmente - desde luego - y posteriormente en la redacción. Podríamos enumerar otras, como su aplicación en la planificación de exposiciones, trabajos escritos, evaluaciones teóricas. Además, la técnica le permite al docente dar orientaciones claras respecto al problema de la redacción: organización de las oraciones, relación necesaria entre las partes del ensayo, estructuración de los párrafos (tanto en su estructura interna como en la externa), uso de los signos de puntuación, rudimentos de técnicas de investigación y otros. Todas estas cuestiones mencionadas implican que deben repararse los aspectos formales de la redacción, para luego aplicarlos completamente a la técnica que estamos explicando. Por todas estas cosas sostenemos que el ensayo, en la escuela, debe ser enfocado como una guía para la redacción.

Partes De Un Ensayo

Como la tesis fundamental consiste en que debemos expresarnos por escrito, a través de una redacción coherente, para lograr esa sindéresis, es preciso que atendamos a una estructura fija, que por fija no deja de ser dinámica, como expondremos más adelante. Esa estructura está compuesta por tres partes, por demás conocidas. Nosotros sólo estamos elaborando una explicación que pueda ser reproducida por los participantes durante el desarrollo del proceso enseñanza - aprendizaje. Tales partes, tendrían las características formales y de contenido que expresamos a continuación.

1) Introducción: Aquí estaría la idea inicial que vamos a desarrollar después, que permita abordar el tema a tratar. En su aspecto formal, es recomendable que esta parte esté expresada en un solo párrafo, con las características que ya hemos reiterado, cuando tocamos el tema específico y cuando desarrollamos otras técnicas, como el resumen, el comentario del texto, por ejemplo. En su aspecto interno, demás estaría decir que debe girar en torno a una idea central para lo cual nosotros estamos proponiendo las siguientes:


  • Planteamiento de un tema: Aquí se enunciará el tema que desarrollaremos. No vamos a ofrecer sus características, ni mucho menos, por cuanto eso corresponderá al desarrollo. Lo más que podemos hacer es indicar la ubicación en tiempo y en espacio. Así se nos haría más aprehensible la comprensión del mensaje emitido. Un ejemplo específico de esto lo tenemos en el artículo “La desmoralización”, de Enrique Castellano, publicado en la página A-4 de El Nacional (18-11-87). El autor comienza enunciando el tema, en el primer párrafo; luego lo desarrolla, desde su óptica personal y termina comprobando la verdad - según él - que había planteado en el comienzo. Nosotros sólo le haríamos una objeción formal, para ser coherentes con lo que hemos dicho en otras oportunidades. Observamos que el párrafo tiene una sola oración, un solo período. Por ello se hace larga la afirmación. Creemos que, como mínimo, el párrafo debería tener dos períodos que pudieran ser los siguientes: a) “Enrique IV dijo una vez que París bien vale una misa” y b) “Justificaba, de manera prestigiosa y oficial…” (hasta el final). Así concordamos con nuestra eterna recomendación de utilizar períodos breves, porque produce una mayor comunicación. Por otra parte, los períodos largos (que no se dan en el ejemplo de Castellano aunque por ello no deja de recomendarse) produce cargas de ambigüedades, de pesadez y de reiteración.

  • Planteamiento de una interrogante: En este tópico, el autor comienza su ensayo con una pregunta. Esta debe orientarlo a través del desarrollo y concluir con una respuesta.

  • Antecedentes del tema a tratar: Tal introducción se justifica cuando el ensayista decida enfocar el tema, a través de una panorámica histórica. Por ello, necesariamente deberá iniciar su ensayo, comunicándole a los lectores lo que ha sucedido antes, la manera cómo ha sido resuelto o enfocado el tema en cuestión.

  • Definición de términos: Si vamos a redactar algo sobre la contaminación - por ejemplo - es plausible iniciarlo definiendo el término, en su más variada concepción. Esto nos proporcionará los diferentes tópicos que deberemos abordar más adelante y luego, nuestras proposiciones personales - si es que las hay - podrán ser comparadas con las definiciones dadas en la introducción.

  • Planteamiento de un problema: En el caso de que nuestro ensayo se refiera a un problema particular, nada sería más lógico que iniciarlo con su planteamiento. Así se abrirán expectativas esperadas por el lector. Hay que tener presente que no siempre el lector satisfará sus expectativas. Como se trata de un juicio de valor, es muy posible que nuestro desarrollo o nuestra solución no lo convenzan. Esto sucede cuando el lector también posee criterios propios sobre el punto que nosotros estaríamos explicando. Pero también puede ocurrir que tengamos posiciones coincidentes o - mucho mejor - que nuestros razonamientos hagan que él modifique su conducta frente a lo explicado.

  • Señalamiento de una tesis. También podríamos aplicar, en un grado mayor de abstracción, el método dialéctico. Si es éste el parámetro escogido, nuestra introducción deberá comenzar con la tesis. Esto es, con una caracterización del status quod, por ejemplo, si nuestro ensayo va a referirse al estado actual de una institución determinada, la introducción describirá pormenorizadamente sus problemas, sus relaciones, su morfología, su significado. Sólo así será comparable el producto dado, después de la antítesis.
2) Desarrollo: En esta segunda parte, de las que comprenden la estructura de un ensayo, deberemos ofrecer una ampliación de la idea esbozada en la introducción. Es recomendable también que se proceda a una explicación pertinente de esa idea, a fin de dar por sentadas las proposiciones que ofreceremos luego. Si es preciso, se puede recurrir a apoyaturas textuales para darle mayor relevancia a nuestras afirmaciones. Pero ello no es absolutamente necesario. Dentro de las recomendaciones formales, recordaremos que el desarrollo debe tener más de un párrafo. Así lo exige la sindéresis del mismo.

A continuación pasaremos a explicar cómo debe ser el desarrollo de los ensayos, cuya introducción propusimos en el subpunto anterior.


  • Para el primer caso, es decir, para el planteamiento de un tema, el desarrollo deberá contener la ampliación de ese tema. Seguirá con todas las explicaciones que sean pertinentes y con las ejemplificaciones necesarias. Esto es lo más general. Cada uno de los participantes, cuando esté elaborando sus respectivos ensayos, incorporará sus experiencias, a fin de obtener el mejor producto posible.

  • Si el caso es el segundo, planteamiento de un interrogante, debemos también explicar y ejemplificar tan interrogación. A través de estos dos procesos, iremos demostrando que la interrogación con que iniciamos, es retórica (Recuérdese que la interrogación retórica es aquella que formulamos sin esperar respuestas. La causa puede ser que la sepamos o la anunciemos y sólo queremos llamar la atención. Otra puede estar en el hecho de que sea presabida y que únicamente interese para comunicar estados de ánimo). Demostraremos también que conocemos el tema adelantado y prepararemos al lector para recibir nuestro punto de vista al respecto. Un ejemplo que consideramos magistral, en lo que respecta a este tópico es el conocidísimo ensayo de José Martí, intitulado “Nuestra América”. Nos permitimos anexarlo para que sea debidamente estudiado.

  • Los participantes podrán darse cuenta de que el aludido ensayo comienza así: “¿Ni en qué patria puede tener un hombre más orgullo que en nuestra República dolorosa de América, levantada entre las masas mudas de indios, al ruido de pelea de libro con el cirial, sobre los brazos sangrientos de un centenar de apóstoles?”. Y que luego, el autor realiza toda una larga explicación del proceso que felizmente, ha concluido en las naciones latinoamericanas. (Recuérdese también que en el idiolecto de Martí, el término América equivale a América Latina). Después de ese desarrollo, la conclusión no nos sorprenderá.

  • Si la introducción está confeccionada como en el tercer caso, antecedentes del tema a tratar, en el desarrollo se expresará el presente. Se describirá lo que existe, sus relevancias y sus irrelevancias. Con tal procedimiento, será fácil justificar lo que llegaremos a proponer como futuro.

  • Cuando en el ensayo, escogimos como introducción la definición de términos, debemos redactar su desarrollo sobre la base de explicaciones acerca de los diferentes puntos de vista que se han sostenido al respecto. Esto es algo así como construir un marco teórico al rededor del problema. En la medida en que vamos exponiendo tales posiciones, deberemos también ir formulando nuestras propias observaciones. De esta manera, la conclusión será coherente con cada uno de los pasos anteriores. Un ejemplo típico de este tipo de ensayo podría ser uno que se refiere a las sub oraciones que empiezan por “el que”, “la que”, “los que”, “las que”, “lo que”. Después de enunciar el concepto y la metodología que se va a emplear para el acercamiento conceptual, se hace un breve estudio de los más importantes autores que se han ocupado del problema. En la medida en que se van tratando los modelos, se van señalando sus aportaciones y se van criticando sus debilidades. Al finalizar, se dará a conocer lo que el autor del ensayo opina sobre los conceptos estudiados.

  • Cuando el problema se ha planteado en la introducción, se debe explicar exhaustivamente en el desarrollo. Recuérdese que ya habíamos acatado las expectativas que ello abría pero que necesariamente no deberían ser coincidentes con las del lector. Sin embargo, la validez del ensayo estará en defender el planteamiento con razones relevantes y entendibles aunque no sean compartidas. De la misma manera, no debe ahorrarse ejemplificaciones para ilustrar el proceso de explicación, de descripción y de solución del problema que iremos enfrentando, antes de proponer una verdad final. (Entiéndase como nuestra verdad final).

  • Si escogemos el método dialéctico, el desarrollo contendrá la entidad. Esto quiere decir el modelo que se opone al actual y que nosotros pensamos que debe ser la solución de la problemática descrita en la tesis.
3) Conclusiones: Es esta última parte debe descansar la idea final. Ella tiene el objetivo de cerrar el tema. En su forma exterior, recomendamos que se exprese en un párrafo, máximo dos. En cuanto al contenido, la conclusión variará de acuerdo al tipo de ensayo que hayamos preferido. Veamos sus variantes.


  • En el primer caso, cuando en la introducción, se planteaba el tema y en el desarrollo se ampliaba, se explicaba y se ejemplificaba, se necesita una conclusión que cierre el tema con una visión particular.

  • En el segundo caso, es decir cuando se planteaba una interrogante y luego se daban explicaciones y se enriquecía el camino para la solución, debe necesariamente tenerse una conclusión que resuelva la interrogación. Obsérvese el admirado ensayo de Martí, que empezamos por una interrogante que transcribimos. Después de una concienzuda defensa de la americanidad (Latinoamericana), concluye diciendo:… “Y calle el pedante vencido; que no hay en que pueda tener el hombre más orgulloso que en nuestra dolorosas Repúblicas americanas”. (Entiéndase Latinoamericanas).

  •  Si la introducción versó sobre los antecedentes del tema a tratar y el desarrollo explicó la situación que ese tema pone en el presente, la conclusión deberá tratar sobre cómo habrá de ser el futuro. De esta manera completaremos la visión panorámica temporal que citamos al comienzo. Así se verá también la coherencia del discurso elaborado sobre el tópico que vayamos a desarrollar.

  • En el caso de la definición de términos, recomendamos, después de que se haya elaborado el desarrollo correspondiente y ya expresado en el aparte indicado, una conclusión en donde se aparezcan los términos que nosotros proponemos. Estos deben ser diferentes a los estudiados en el desarrollo. Si no son diferentes, deberemos dejar constancia de que por razón de peso, compartimos los empleados por uno o varios de los autores citados.

  • Si escogimos el caso en que se plantea un problema y se explica y ejemplifica posteriormente, deberemos optar por una conclusión en donde se ofrezca una solución. En el menor de los casos debe llamarse a la reflexión, para encontrar una vía. Una variante de este tipo de ensayo podría ser aquél que en la introducción presentara una generalización. Un ejemplo: “La polución en el mundo”. Después, en el desarrollo, se hiciera una particularización de ese mismo problema, v.g. “La contaminación en Venezuela”. Y, finalmente, en la conclusión, se propusiera la solución para ese terrible flagelo o, en su defecto, se hiciese una concientización sobre la necesidad de evitarla hasta donde sea posible.

  •  Para el ensayo que tenga como procedimiento la aplicación del método dialéctico, la conclusión será ineludiblemente la síntesis. Esto quiere decir, la demostración de que una proposición frente a lo existente, traerá como resultado un producto superior, a lo existente y al reemplazante. Este método concluye señalando que frente a toda tesis (afirmación) debe oponerse una antítesis (negación). Y de esta lucha de contrarios, debe surgir una síntesis (negación de la negación).
Para finalizar, es conveniente señalar aquí, que lo más importante en la aplicación de la técnica del ensayo en la enseñanza de la redacción, consiste en lograr la coherencia. Los participantes sentirán que el objetivo se ha logrado en la medida en que comiencen a ver que sus ejercicios pueden ser evaluados a la luz de estos parámetros. De la misma manera, cuando se apliquen estos conocimientos dentro de su ámbito de trabajo, se preocuparán porque a cada introducción le corresponda el desarrollo y la conclusión convenientes.

Otra cosa es bueno recordar: las palabras introducción, desarrollo y conclusiones no deben aparecer escritas. Sin embargo, cuando el profesor evalúe el ensayo o cuando la redacción del mismo se presente ante la opinión pública deberá tener tal organización que tendremos que ver, durante el desarrollo de su lectura, todas y cada una de las partes que aquí hemos indicado para integrar la estructura de un ensayo. En esta medida estaremos trabajando por lograr, en los educandos, una buena competencia comunicativa, en cuanto a comunicación escrita se refiere.

A manera de recapitulación, lo tratado en estas proposiciones, puede resumirse en el siguiente bosquejo:

1. Introducción

1.1 Planteamiento de un tema
1.2 Planteamiento de una interrogante
1.3 Antecedentes del tema a tratar
1.4 Definición de términos
1.5 Planteamientos de un problema
1.6 Señalamiento de una tesis

2. Desarrollo

2.1 Ampliación del tema a través de explicaciones y ejemplificaciones
2.2 Explicación y ejemplificación del interrogante
2.3 Descripción del tema en presente
2.4 Descripción, explicación y crítica de los diferentes modelos que tratan el concepto
2.5 Explicación y ejemplificación del problema
2.6 Proposición de una antítesis

3. Conclusiones

3.1 Expresión de una idea cierre
3.2 Solución del interrogante
3.3 Indicación del futuro que posee el tema en cuestión
3.4 Proposición de nuevos términos o integración razonada a términos ya existentes
3.5 Solución del problema o final abierto, para llamar a la reflexión a los lectores
3.6 Inferir una síntesis superadora de la lucha de contrarios

Creemos que una metodología como ésta, puede servir al participante para superar escollos que pudieron habérsele planteado en la comunicación escrita. De igual forma, como maestros de lengua que son, o serán, pensamos que les estamos ofreciendo una vía para iniciar a sus educandos en la consecución de una redacción coherente, lógica y organizada. Al mismo tiempo, puede emplearse para continuar desarrollando el conocimiento y aplicación en el estudio del párrafo, de los signos de puntuación, y de otros caracteres formales. Demás estaría señalar que la metodología, está elaborada de manera abierta. El participante podrá enriquecerla con sus experiencias. Por nuestra parte, quedaríamos agradecidos si pudiésemos ver ampliamente esta proposición que hoy estamos denominando técnica del ensayo. Y nuestro agradecimiento sería mayor, si esa ampliación proviniera de los participantes para quienes ha sido elaborada.

Fuente: Técnicas de Redacción e Investigación Documental. Carrera, L; Vásquez, M. y Díaz, M.E.
http://liduvinacarrera.blogspot.com/p/publicaciones.html
 

miércoles, 19 de mayo de 2010

DISCURSO ENSAYÍSTICO



Neptalí Duque Méndez

1.- El ensayo: concepto

La palabra ensayo, desde el punto de vista de su significado recto, indica “Acción y efecto de ensayar”. Ensayar significa en el mismo orden: “Probar, reconocer una cosa antes de usar de ella. Amaestrar, adiestrar. Hacer la prueba de una comedia, baile u otro espectáculo antes de ejecutarlo en público. Probar la calidad de los minerales o la ley de los metales preciosos. Intentar, procurar, probar a hacer una cosa para ejecutarla después más perfectamente o para extrañarla”. (Diccionario de la Lengua Española.- Real academia Española). Mas, el ensayista literario propiamente no es esto lo que hace, pues no prueba, no hace y deshace; no empieza para no terminar y volver a empezar; no se ejercita con pasos tímidos para, en muchos casos, no concluir, sino que por lo contrario HACE, con firmeza, con paso serio y seguro; labora, sí, pero en su propio laboratorio individual; empieza y termina, sin averiguar a priori si la obra sirve o no sirve, si está bien o mal hecha; lo hace para asentar principios, para conformar su trabajo a su particular modo de pensar, sentir y querer, sin que ello quiera decir que no quepan aquí posibles y futuras comprobaciones, aunque sea a largo plazo, pues el ensayista influye también en la marcha cultural de los pueblos, y conviene saber cuál ha sido el efecto de sus “proyecciones”. He aquí, en síntesis, la orientación que a la palabra ensayo ha de dársele en el campo literario.

El ensayo, a pesar de su complejidad y de su radio de acción extraordinariamente amplio, es un género literario que posee especiales caracteres o atributos que permiten darle fisonomía propia y ubicarlo en lugar aparte, distintos al de otros géneros como el de la novela, la didáctica, la crítica, la lírica, etc., no obstante participar en típica y apropiada mixtura, de algunas de dichas categorías literarias.

El ensayo se mueve, pues, en un campo que va desde lo estético hasta lo propiamente didáctico, pero sin perder su propia configuración de género literario independiente. De manera elegante, con gusto, con manifestaciones evidentes de la exquisita sensibilidad del autor, las ideas se ordenan con austeridad, sobriedad y vigor propios de un asunto científico-didáctico. Son ideas profundas y conceptos elevados, sintéticas, elocuentes y elegantemente expresadas.

Ahora bien: ante la dificultad de poder expresar con toda exactitud lo que en esencia es el ensayo, se han propuesto unas cuantas definiciones, contentivas más que todo de los elementos o atributos caracterizadores. Así, por ejemplo, ha sido definido el ensayo de las siguientes maneras:

  •  “El ensayo es un tipo de composición, generalmente breve, en prosa literaria, que expone sin rigor sistemático, pero con honduras, madurez y emotividad peculiares una interpretación personal sobre modalidades libremente seleccionadas de temas científicos, filosóficos o artísticos” (Manuel Gayol Fernández).
  •  “Es una composición en prosa; su naturaleza es interpretativa, pero muy flexible en cuanto a métodos y estilo; sus temas, variadísimos, los trata el autor desde un punto de vista personal; la extensión aunque varía, permite por lo común que el escrito se lea de una vez; revela, en fin, las modalidades subjetivas del escritor” (Medardo Vitier).
  • “El ensayo ha venido a ser conjuntamente con la novela, el poema, la filosofía, la historia, todo en un mismo y vasto plan de intenciones estéticas. Es una verdadera suma de conocimientos y el campo más apropiado para la exhibición erudita, para las incursiones de la imaginación creadora, para las arrogancias del estilo, para todas las exquisiteces de la sensibilidad, para todos los atisbos de la inteligencia” (Rafael Maya). 
  •  “El ensayo es la ciencia menos la prueba explícita” (Ortega y Gasset)
  •  “Escrito generalmente breve, sin el aparato ni la extensión que requiere un tratado completo sobre la misma materia” (Diccionario de la Real Academia)
2.- Características del ensayo

De lo dicho se desprende que el ensayo es un género literario con características especiales que, sin ser algunas de ellas exclusivamente suyas, al combinarse forman un todo consistente, armónico y adecuado al fin propuesto.

Entre esas características citaremos las siguientes: subjetividad o punto de vista personal, originalidad, profundidad y precisión, diversidad de temas, composición en prosa y brevedad.

a) Subjetividad: En el ensayo, a diferencia de lo que sucede en la didáctica, por ejemplo, el autor pone en juego su particular y personal modo de pensar y sentir. Y esto, precisamente, es lo que interesa al lector. Cuando estamos frente a un texto de Botánica, Física, Química, etc., no podemos aspirar a que el autor nos demuestre o enseñe algo distinto de lo demostrado o enseñado por otros autores, en cuanto al fondo del asunto se refiere, pues tratándose de verdades existenciales en el mundo de lo objetivo, lo único a que podemos aspirar es a la novedad de los inventos o descubrimientos científicos de última hora y al modo diferente cómo cada autor hace sus demostraciones o enseñanzas. En el ensayo no se trata de una exposición fría y escueta del asunto, en la que la opinión del autor no influye para nada; no, por el contrario, lo que interesa es la propia valoración que el ensayista hace del mismo, aunque se trate de cuestiones sumamente trajinadas y conocidas por todos, lo cual hace al ensayo original. Y mientras, más habrá de interesar a los que lo lean. En esto consiste el personal punto de vista del ensayista: subjetividad que, junto con la originalidad, constituye la nota característica más resaltante y propia del ensayo.

b) Originalidad: El ensayo, como género literario de características propias que lo sitúan por encima de otros que se le acercan o asemejan, requiere de parte del autor, condiciones especiales para que pueda cumplir con la finalidad intrínseca que lo informa. Tales son, por ejemplo, la cultura general y específica de que debe estar en posesión, de acuerdo con la especialidad que cultive; debe gozar de una probada sensibilidad creadora y de una imaginación que lo ilumine a la altura de su elevada condición de artista de la bella expresión; ha de estar dotado de una agilidad mental que le permite síntesis elocuentes, derivadas de profundas reflexiones y de rápidas asociaciones de ideas; ha de tener suficiente dominio del idioma para la correcta expresión, así como un buen gusto literario para desgranar en prosa artística toda la subjetividad, gama de sus lucubraciones, como características propia de todo buen atildado escritor. Pero con todo y esta suma de condiciones, reunidas en armonioso haz de cualidades que califican en mucho al buen ensayista, hay otra que las resume todas y que está por encima de la misma: la originalidad.

Consiste esta condición característica del ensayo en la forma o modo peculiar cómo el escritor de este género cumple su trabajo. El ensayista no se propone enseñar, específicamente, por lo que su interés rebasa lo exclusivamente objetivo. Se trata de algo más que, relacionándose con los conocimientos suficientes que sobre la materia posee el lector, lo transporta en suave y profunda meditación al terreno de sus propias soluciones. Por lo general se trabaja con material suficientemente conocido y trajinado; entonces para que resulte interesante la nueva obra, ha de ser esencialmente original; vale decir que hay que “vaciar en odre nuevo el vino viejo” pero nutriéndolo de nuevas sustancias que aviven la inteligencia del lector. Si la exposición no mueve al lector a nuevas y provechosas reflexiones; si no amplía o enrumba por derroteros nuevos las concepciones habituales, nada se habrá logrado, y el trabajo será de todo, menos ensayo. El autor debe imponerse por lo individual de su apreciación, por la subjetividad de su comportamiento frente a esa alquimia de “la difícil facilidad” con que habrá de conjugar lo concreto y sistemático con lo artístico de la creación, en una sugestiva sensación de obra inconclusa para que el lector la asimile e interprete.

En la originalidad estampa el ensayista su personal punto de vista. Al lector hay que comunicarle nuevos hábitos, y para ello hay que bucear en el fondo del espíritu, removiendo ideas, planteando situaciones nuevas, aflorando inquietudes. En lo subjetivo del ensayo reside el campo abierto para la libre empresa literaria, para abrir el surco donde la semilla de la inquietud intelectual y espiritual habrá de germinar en óptimos frutos.

c) Profundidad y precisión: Si bien el ensayo no agota la materia de que se ocupa, explorando y recorriendo tópicos distintos, esto no quiere decir que ha de hacerlo de una manera simplemente superficial y descuidada. Por el contrario, si el ensayista se recrea en la exaltación del elemento poético abandonando la parte de selectiva especialidad, ello no autoriza a pensar que no ha de hacerlo con profundo conocimiento del asunto a que se contrae y sin una sugestiva precisión que nos deleite.

Por otra parte, el ensayo, dada su naturaleza intrínseca, debe ir acompañado de amenidad, pero ésta no pueda ser vacua, frívola y sin fundamento. Con elegancia y suave discreción, el escritor ha de ir atacando acuciosamente sus temas con profundidad, precisión y seriedad, para arribar al planteamiento de problemas interesantes, con suficiente aporte de su propia cosecha individual. Es la novedad de su personal apreciación lo que interesa; y mientras más agudo y profundo sea su particular punto de vista, más eficaz habrá de ser la obra, presentada desde luego, con un singular aspecto de disimulada despreocupación. En el exponer ideas densas con suave atractivo de ligereza y distracción, está precisamente la gracia de la mayor efectividad del ensayista, al hacernos pasar con él momentos de efectivo provecho; al invitarnos a que estemos en su compañía, no sólo para recrearnos, sino junto con esto, para aprovechar lo meduloso y sustancial de sus personales puntos de vista.

c) Diversidad de temas: El campo de acción del ensayo es extenso en cuanto a la cantidad o variedad de temas que pueden ser objeto de la apreciación y estudio por parte del ensayista. Puede decirse que no hay tema o asunto que no pueda ser tratado por el escritor de este género. Lo único que hay que destacar aquí es que el autor pone en juego toda su habilidad creadora para apartarse de lo común y corriente; pues la mayoría de las veces, tratándose de tópicos ya conocidos por el lector, lo importante es exponer lo que individualmente a aquél interesa, resaltando como nota característica del género, la oportunidad que el ensayo da al que suscribe, de manifestar sus propios y particulares puntos de vista sin incurrir en lugares comunes. De este modo vemos cómo insignes ensayistas hacen de cualquier tema o asunto, aun del más trivial o insignificante, motivo de interesantes elucubraciones que comunican gracia, esplendor y belleza.

e) Composición en prosa; lenguaje y estilo: El ensayo utiliza la prosa como forma literaria de expresión, y dentro de ella, como clase típicamente suya, la exposición. La prosa en el ensayo no ha de ser, precisamente, la expresión fría y escueta de lo subjetivo, ciñéndose exclusivamente al cumplimiento de estrictas normas gramaticales, sino por el contrario, una evidente manifestación artística de la palabra, esto es, la prosa debe ser literaria, por lo que ha de ser capaz de deleitarnos.

La exposición en el ensayo debe ser subjetiva, o lo que es lo mismo, ha de destacarse el mercado acento personal del escritor. En la exposición, el autor manifiesta sus ideas directamente al lector; pero esto no quiere decir que no puedan utilizarse otras formas como la dialogada y la epistolar, reservándose a éstas, de todos modos, un lugar muy secundario. El lenguaje en la exposición literaria (en este caso aplicada al ensayo), ha de reunir una serie de cualidades propias del buen hablar, tales como claridad, propiedad, precisión, concisión, brevedad, armonía y elegancia; todo lo cual sirve al mismo tiempo para orientarnos acerca de la clase de estilo que, por lo demás, no se ha determinado con toda precisión.

f) Brevedad: La extensión del ensayo no tiene un límite característico propiamente dicho, pues los hay de cierta magnitud, dada la índole del asunto tratado y del estilo del autor. Mas, si se toma en cuenta la naturaleza misma del género y la necesidad de abreviar y condensar el pensamiento en síntesis agradable o placentera, se ha de afirmar que predomina el ensayo breve. En la brevedad se pone aún en evidencia el ingenio y acuciosidad del escritor, pues sabido es de sobra que sintetizar es una de las labores intelectuales más delicadas y difíciles que hay, lo cual está ampliamente ilustrado con la celebre posdata que Pascal escribió al terminar una carta de “veinte pliegos”, dirigida a un amigo suyo, y que decía: “Espero que perdones por escribirte una carta tan larga; para una más breve el tiempo no me alcanza”.

3. Asunto, fines y utilidad del ensayo:

a) Asuntos: El campo de acción del ensayo es extenso en cuanto a la cantidad y variedad de temas y asuntos que pueden ser objetivos de la apreciación y estudio profundo por parte del ensayista. Efectivamente, dentro del ámbito propio de este género cae todo cuanto inspire la capacidad por la denominación que corresponde al ensayo, según su contenido, de filosófico, histórico, estético, literario, crítico, sociológico, político, biográfico, religioso, artístico, científico, etc.… Sin embargo, no todos estos temas y sus diferentes asuntos se prestan para un apropiado estudio ensayístico, pues, por ejemplo, los relacionados con las ciencias exactas y ciencias aplicadas no son muy aptos para las especulaciones literarias. De todos modos, ensayos hay en los que tanto unas como otras ocupan sitio relevante por sí mismas o por la ayuda que han prestado a la mejor exposición del asunto propuesto.

En síntesis, podemos decir que todo cuanto forma parte de la vida del hombre, en cuanto de espiritual o subjetivo tiene para éste, habrá de ser aprovechado por el artista de la palabra, que se adentra por los caminos del estudio meduloso, reposado, ameno y entretenedor. Costumbres, modas, lenguaje, deporte, música, leyes, sentimientos, etc., todo puede acercarse al pensamiento del ensayista para someterlo a su crisol y fundirlo en un cuerpo rebosante de valor específico, elegante y bello.

b) Fines: En cuanto a los fines del ensayo basta con apuntar que ellos no son propiamente didácticos, pues se apartan del rigorismo de la verdad escueta y fría. Se trata más bien de difundir cultura de un modo atractivo, ameno, elegante, y provechoso. Lo cual supone, desde luego, una apropiada preparación del lector para poder aprovechar la curiosidad e inquietud que el ensayo debe despertar en el público, ávido de mejorar su formación, recreándose. Quien lee un ensayo debe estar suficientemente capacitado en el asunto planteado, para poder llegar a interpretaciones propias e independientes, con una gran elevación de ideas, con un despertar de inquietudes aleccionadoras, con una canalización edificante de su propia capacidad intelectual.

c) Utilidad: De lo dicho se desprende, pues, la enorme utilidad que el ensayo presenta a la viva curiosidad humana, despejándole horizontes y poniéndola en el camino de contribuir eficazmente a la mejor solución de los grandes problemas culturales que inquietan al hombre, dentro de la órbita de sus cotidianas ocupaciones por mejorar más y más. Ello mismo hace que todos los estudiosos de las artes y las ciencias intercambien esfuerzo en un apretado haz de cooperación para el logro de sus justas aspiraciones: el siquiatra que habla de la personalidad de un héroe; el abogado que interpreta un fenómeno económico o político; el pintor, el músico, el poeta que se interesan por una moda o una costumbre, etc., son evidentes manifestaciones de la apreciación cultural de un pueblo que rompe con las tradicionales barreras de la especialización que enquista, de la limitación que mata. El ensayo es útil porque orienta, prepara y forma con gracia, amenidad y elevación de espíritu.

4. Plan del ensayo

Con el ensayo ocurre lo mismo que con otros géneros literarios, en los cuales el sostenimiento a un orden esquemático riguroso no es lo esencial ni lo indispensable para el logro del fin que la obra se propone. Sin embargo, como el orden y método en el trabajo son aliados útiles, no es desdeñable el articular un sistema que permita un desarrollo conveniente, cómodo y satisfactorio tanto para el escritor como para el lector. De ahí que se establezca cierto orden en la exposición de las ideas, que al mismo tiempo deje libertad para que el ensayista actúe con propiedad, soltura y tino. Este orden constituye algo así como la estructura interna del ensayo y comprende tres pasos o etapas, a saber: introducción, exposición y conclusiones. Es de suma importancia que estos tres pasos estén presentes en el ensayo, pero no deben estar identificados con títulos, las palabras introducción, desarrollo y conclusiones no deben aparecer escritas. El material se escribe de corrido y con los párrafos requeridos.

a) Introducción: En la introducción el ensayista pone al lector en cuenta del tema y del asunto propiamente dicho, objeto de su estudio; la situación actual en que se encuentra el punto o puntos investigados; la orientación y finalidades específicas de su trabajo; los aportes dados por otros ensayistas sobre el particular; la importancia del asunto tratado, en fin, todo cuanto permita ilustrar al lector y disponer su ánimo para una interpretación cabal de cuanto interesa analizar y difundir.

b) Exposición: Una vez presentado el tema, entra de lleno el expositor a tratar el asunto con todo cuidado, analizando, comparando, escudriñando, criticando, relacionando sus apreciaciones con otras valiosas en el espacio y en el tiempo, sentando las bases apropiadas para construir su propio edificio: sus personales y subjetivos puntos de vista. La exposición es, pues, la parte medulosa del ensayo porque en ella pone de manifiesto el autor todo el acervo de conocimientos que sobre el particular posee, llevándonos de la mano por los más atrincados rincones del pensamiento humano, así como por su poder avasallador para contagiarnos con su original modo de pensar, avivado por el calor de su vehemencia.

c) Conclusiones: Finalmente, recorrido el camino de la exposición, llega el autor a la enunciación de sus propias y particulares conclusiones, siempre con una particularísima proyección de entusiasmo para que el lector haga a la vez sus personales apreciaciones, en un deseo de prolongar y difundir la cultura en forma noble, eficaz y amena.

5- El ensayo como manifestación literaria de nuestra época. Su originalidad.

La palabra ensayo no es de muy reciente creación, pues data del siglo XVI cuando por primera vez la empleó el escritor francés Miguel de Montaigne (1533-1592) , autor de una serie de escritos aparecidos en 1580 bajo el título “Essais”, donde se ponía en evidencia la inmensa curiosidad intelectual y la insatisfacción de sus conocimientos, resumida en su célebre pregunta “¿Que sé yo?”, Más tarde, diecisiete años después (1597) fueron seguidos por el escritor inglés Francisco Bacon (1561-1626) con su obra “Essays” cimentada en la serie de reflexiones que en lo moral informan la vida del hombre. No obstante esto, la palabra en cuestión y el movimiento que envuelve, vinieron a tener verdadero auge y a sentar sus reales, propiamente a fines del siglo XIX. Sin embargo, esto no quiere decir que el ensayo como género, apenas sea de reciente aparición, no; pues él ha tenido cultivadores y egregios representantes a través de toda la historia de la cultura universal. Muestra de ello son, por ejemplo, las enseñanzas de la India , China, Egipto, Babilonia, Israel, en la cultura oriental; Platón, Plutarco, Jenofonte, Jenófanes, Empédocles, Eródoto, Tucídides, Aristóteles, Cicerón, Tácito, Séneca, Varrón, Horacio, Quintiliano, Marco Aurelio, etc.; en el Renacimiento: Miguel de Montaigne, Francisco Bacon, Luis Vives, Francisco de Quevedo, Baltasar Gracián, Diego Saavedra Fajardo, Fray Antonio de Guevara, Diderot, Voltaire, Rousseau, etc,; del siglo XVIII en adelante: P.Feijoo, P.Isla, Jovellanos, Donoso Cortés, Quincey, Macaulay, Carlyle, Beltrán Rusell, Oscar Wilde, Pascal, Renán, Sartre, Malreaux, Spengles, Emerson, Benedetto Croce, etc.

Pero es en las postrimerías del siglo XIX (1897), con la obra “Idearium español”, de Angel Ganivet (1862-1898), perteneciente a la época llamada del “novecentismo español”, cuando empieza el verdadero encumbramiento del ensayo moderno; con lo cual, a su vez, quedan en evidencia dos circunstancias que caracterizan el ensayo como manifestación literaria de nuestra época: la primera, la de su reciente sistematización como medio de exposición de las ideas, en el cual el hombre logra combinar hábilmente el arte del bello decir con el estudio metódico, propio de la investigación y de la reflexión; y la segunda, la proliferación del género ensayístico en todos los idiomas.

Ahora bien: ¿Dónde buscar la causa o causas de tan singular estado de cosas? Indudablemente que todo ello gira alrededor de la época que vivimos. Época signada por la velocidad superior a la del sonido; de crisis en todos los órdenes de la actividad humana; de convulsión y de arrebato; de inigualada insatisfacción intelectual y espiritual; de inquietudes, zozobras, quiebras poliformes, etc. Todo esto quiere decir que el auge del ensayo moderno tiene sus raíces en causas de orden social, político, histórico, psicológico, etc., que lo hacen cada vez más “original” como manifestación especifica del propio y particular modo de sentir y pensar del escritor.

LAS EXPOSICIONES ORALES

Liduvina Carrera

Objetivos
Adquirir el hábito de expresión oral, fluida y coherente.
Conocer y superar las dificultades más comunes en la exposición oral de ideas y pensamientos
Desarrollar habilidades para exponer y defender ideas en una exposición oral.
Realizar prácticas de ejercitación en la exposición oral.

1. Utilidad y necesidad de la exposición
La palabra hablada permite transmitir realidades intelectivas. La comunicación se realiza fundamentalmente en forma oral, porque el aprendizaje es mucho más simple que el de la expresión escrita y porque ofrece ventajas de apoyatura mímica, gesticulación y especialmente la entonación que proporciona infinidad de tonos y matices para poder exteriorizar los sentimientos y las actitudes.

La expresión oral debe ser serena y precisa para poder participar en las deliberaciones colectivas. Debe existir una coordinación entre la ordenación mental de las ideas y el simultáneo ejercicio de su expresión oral. No sólo hay que saber con claridad mental lo que se quiere decir, sino que es preciso saber expresarlo con palabras adecuadas que aporten las razones, y puedan ser aceptadas por todos.

2. Dificultades en las exposiciones orales
El hecho de que los demás estén en silencio y sólo un individuo tenga que expresarse, aunque sea durante una corta intervención, provoca una serie de tensiones emocionales que dificultan la naturalidad de la exposición. Hay que superar el nerviosismo y la timidez desde el primer momento. Los demás están interesados en conocer las ideas que el expositor va a decir, no tienen interés en buscar defectos ni errores.

Es importante conseguir la seguridad en sí mismo. Si el hablante se siente con confianza y seguridad podrá expresarse con naturalidad. Un error se rectifica sobre la marcha de la exposición, con sencillez y naturalidad ya que es humano y hasta el más experto profesional de la palabra se equivoca. La mejor forma de exponer una idea es explicar con sencillez lo que se quiere decir. No hay que impresionar con frases raras y originales. Conviene expresar las cosas con frases cortas, claras y sencillas. Las ideas se expresan con claridad si están claras en la mente. Estando seguros de lo que se quiere decir, se dirá bien. Y si se está convencido de la certeza de lo que se va a decir, se dirá de tal forma que contagiará a los oyentes. La naturalidad implica un uso ordenado de la mímica y de la entonación. Un tono de voz sereno y agradable atraerá la simpatía y el interés del auditorio hacia la persona y hacia lo que dice.

3. Consejos para participar en exposiciones orales
  • Las opiniones se expresan cuando hay seguridad en lo que se quiere decir
  •  Se ejercita la exposición pausada y la dicción clara.
  • Se aprende a escuchar otras opiniones y a dejar hablar a los demás.
  • Si se conocen bien las otras opiniones, se podrá intervenir con acierto.
  • Se respetan otras opiniones y se evitan posturas extremistas.
  • Evitar la autosuficiencia y el desprecio por las opiniones ajenas.
  • No se repiten ideas y se piensa bien lo que se va a decir.
  • Se evitan cuestiones ajenas al tema propuesto.
  • Se debe sintetizar el pensamiento para expresarse con concisión.
4. Valor didáctico de las prácticas de exposición oral

Podemos dar el nombre de exposición oral, dentro del ambiente escolar, a la presentación de un tema literario o científico, de forma hablada de parte del alumno con el fin de adquirir soltura y facilidad para hablar en público. La finalidad que debe pretender el disertador en su exposición oral es convencer a sus oyentes de la veracidad de las opiniones e ideas que presenta en su disertación.

Se debe disuadir por medio de la palabra. El estudiante al realizar su exposición ante los demás, aprende a cuidar su dicción la pronunciación correcta de las palabras. La correcta y fluida expresión oral tiene tanta importancia como la expresión escrita en la que tanto se esmera el alumno. La exposición oral debe realizarse con gran cuidado y a la vez naturalidad, en la postura ante el público, en los gestos y en el movimiento del cuerpo y de las manos.

Aunque la exposición puede estar preparada en sus ideas principales, en el propio acto de la exposición hay que improvisar la forma y por lo tanto se ejercita en la expresión lógica, hilada y coherente. Poco a poco se va perdiendo el temor, la vergüenza y el nerviosismo, si estas prácticas son frecuentes. Estas prácticas sirven también para aprender a investigar con profundidad temas determinados, y a confeccionar guiones y resúmenes que sirvan de guía a la exposición.

5. Preparación de una disertación oral.

Primera parte: Objetivos.
1. TEMA
  •  ¿Sobre qué se va a hablar?
  •  Significado del tema propuesto
  • Comprender las implicaciones y conexiones del tema
2. FINALIDAD 
  • ¿Para qué se va a hacer la disertación?
  •  Conocer los objetivos que se pretenden
  • Calibrar los intereses que se pueden conseguir.
3. AUDITORIO

  • ¿Ante quién se va a hablar?
  • Interés del tema para el auditorio.
  • Mentalizarse en el tipo de oyentes.
Segunda parte: Contenidos que se van a desarrollar

4. INFORMACIÓN

  • ¿Qué se va a decir?
  •  Buscar las ideas a desarrollar
  • Descubrir dónde encontrar mayor información
  •  Recopilar toda la información
5. ORDENACIÓN

  • ¿En qué orden se van a decir?
  • Ordenar las ideas dentro de un plan específico
  • Realizar un esbozo con las siguientes características: brevedad y concisión; claridad y sencillez; orden y coherencia.
6. REDACCIÓN DEL GUIÓN

  • ¿Cómo se va a decir el tema?
  • Modo de expresar las ideas
  • Realizar el desarrollo del guión
Organización argumental:
o Introducción que ambiente el tema
o Desarrollo del contenido
o Conclusión final a la que se llega
Organización de la forma o de los recursos lingüísticos:
o Selección de palabras adecuadas
o Utilización de expresiones correctas
o Construcción de frases
Tercera parte. Preparación de los contenidos.

7. ENSAYOS PARCIALES

  •  Comprobar cómo se hace y qué corregir
  • Ensayar la postura, gestos y movimientos.
  • Cuidar la pronunciación, entonación, voz y pausas.
  • Memorizar palabras difíciles, expresiones originales y frases importantes.
8. ENSAYO GENERAL.

  • Adquirir una visión global de la exposición
  • Comprobar todos los aspectos: 
• Si falta o sobra algo
• Si es correcta la ilación de las ideas
• Si están memorizadas las expresiones
• Si la forma expositiva está bien cuidada
• Si el tiempo utilizado es el adecuado
• Si la conclusión es lógica y coherente.
Cuarta Parte: realización y valoración de la exposición.
9. DISERTACIÓN

  • Presentarse con seguridad y sencillez ante el auditorio
  • Exposición clara y pausada del tema preparado
  • Conseguir atraer el interés del auditorio para que escuche, entienda y siga la presentación del tema
10. EVALUACIÓN FINAL

  •  Valoración personal de cómo se ha hecho
  •  Reacciones del auditorio
  •  Aceptación de las críticas y sugerencias
  •  Anotar aspectos a rectificar en futuras actuaciones
6. Consejos prácticos

a) Sugerencias en cuanto a la disposición de los materiales a utilizar

  • El expositor se coloca en un lugar más elevado para que pueda ser visto por los oyentes y para que él pueda ver a todos
  • Tener escrito el guión con letra grande y clara para que de una mirada rápida se pueda seguir el orden
  • En el guión conviene destacar los aspectos más importantes dentro de un esquema breve.
  • El guión debe ser breve y claro; es un esquema.
  • Si se usa micrófono no se debe hablar cuando se esté lejos de él.
  • No dar la espalda al auditorio si hay que escribir en la pizarra o en un retroproyector.
  • Tener cerca los objetos que van a presentarse a lo largo de la disertación.
  • Si hay que leer documentos, también se deben tener cerca.
b) Sugerencias sobre la pronunciación, entonación y gesticulación

  • Conviene expresar la disertación de pie y hasta moviéndose con naturalidad por el estrado.
  • Mirar los diversos lugares del auditorio. Nunca con la vista baja ni mirando siempre a un mismo sitio.
  • No hay que tener prisa en expresar las ideas, sino hablar pausadamente para expresar una dicción clara y exacta
  • Expresarse con un tono de voz agradable y modulado evitando tanto la monotonía como los gritos.
  • El guión es sólo una base, no debe leerse ni recitarse memorísticamente. Debe de expresarse con espontaneidad y naturalidad.
  • Para destacar ideas, se pude cambiar el tono de voz, expresándolo más lentamente o ayudándose con la gesticulación.
  • Cambiar de tono y de ritmo en la exposición ayuda a mantener atento al público.
  • Es preferible un minuto de silencio antes de tartamudear o titubear.
  • Las pausas de silencio y preguntas al auditorio que el mismo conferencista responde son recursos oratorio muy utilizados.
  • Hay que decir las cosas con convicción para poder transmitir ese convencimiento al auditorio y persuadirle.
  • Se deben utilizar los gestos, las miradas persuasivas, los movimientos del cuerpo y especialmente las manos.
  • En el movimiento de las manos es preferible acostumbrarse a usar la derecha, pero nunca alternar las manos ni hacer movimientos bruscos y grandilocuentes.
c) Sugerencia sobre léxico y sintaxis

  • Tener memorizadas algunas palabras difíciles o expresiones importantes. Si es preciso, tenerlas anotadas en el guión.
  • Expresarse con frases sencillas y claras. Para ello, utilizar frases cortas pues los circunloquios pueden inducir a errores.
  • Tener ensayadas las frases de difícil pronunciación. Si se han de utilizar palabras de otro idioma, se debe estar seguro de la pronunciación.
  • Suprimir las ideas que en los ensayos salían mal y si se cree que por el nerviosismo del momento se puedan pronunciar erróneamente.
  •  Tener memorizadas las frases más importantes que por su contenido puedan impresionar más al auditorio.
  • El final debe estar muy bien cuidado y preparado para no divagar y terminar con seguridad y aplomo.
  • Un final bien expresado dejará una buena impresión en el auditorio.
Fuente: Presentaciones, Defensas y Discurso Oral de Liduvina Carrera.
http://liduvinacarrera.blogspot.com/p/publicaciones.html